Así es que me senté a esperar su llegada. Y los pájaros cantaron dulces melodías de luz vespertina. Y esperé. Y las hojas doradas por el otoño, cayeron mansamente sobre la tupida alfombra de hierba. Y me acomode entre las raíces de un arce descansando mi espalda en su áspera corteza. Y el árbol me acarició. Pero yo estaba dormida y no me dí cuenta. Entonces Dios trono y su relámpago cruzo los cielos y una voz profunda me dijo: ¿Qué esperas?. Conteste entonces. Espero a mi Dios. Y los truenos sonaron cual carcajadas lejanas: Llevo aquí todo el día llamándote pero estabas dormida.
Perdóna si no te atendía. Escuche los trinos de los pájaros. Observe la caída de las hojas. Y acabé durmiendo en este árbol oyendo el murmullo del arroyo. Hasta que tu trueno me ha despertado.
Perdóna si no te atendía. Escuche los trinos de los pájaros. Observe la caída de las hojas. Y acabé durmiendo en este árbol oyendo el murmullo del arroyo. Hasta que tu trueno me ha despertado.